Las flores del diente de león son el sol y la luna de todos los campos silvestres en primavera, pero toda la planta ha sido una valiosa fuente de alimento durante siglos. Los mercados de verduras de toda Europa estaban llenos de esta preciosa hierba, que se recolectaba fácilmente en todos los campos. El diente de león no se cultivó como verdura hasta 1857, cuando un granjero de Montmagny desarrolló una variedad mejorada para abastecer al mercado de París y a su creciente población. La variedad resultante, Vert de Montmagny, que también figura en Slow Food Ark of Taste, es ligeramente amarga y tiene un mayor rendimiento y un núcleo blanco más desarrollado con hojas de un verde más fuerte y profundo que la variedad común, lo que la convierte en una opción perfecta para cocinar.