Hay momentos en la maternidad en los que la vida parece una tarea sin fin. Donde parece que no se puede hacer nada a pesar de que has estado trabajando en ello (¿qué era «eso» otra vez?) todo el día. Encontrar tiempo para estar quietos en el caos de la maternidad no es tarea sencilla. Sin embargo, cuando nos tomamos el tiempo para callarnos ante Dios, sucede algo poderoso. Nos da un descanso sobrenatural. Inunda nuestras mentes de paz. Él restaura nuestra alegría. Y susurra en lo más profundo de nuestros corazones que todo importa. Que importamos. Al reflexionar sobre las devociones, las Escrituras y las oraciones, recuerda que Dios ve cada esfuerzo que haces y está profundamente satisfecho con tu sacrificio.