Hace mucho tiempo, cuando los viajeros aún se desplazaban a caballo o a pie, al sur de Sicilia había una carretera muy transitada. Quien se encontraba en esa parte de la isla nunca perdía la oportunidad de tomar el camino que llevaba a Módica, para saborear su famoso chocolate. Un día, un comerciante sin escrúpulos, también llamado "el mercader de los recuerdos falsos", al ver el ir y venir de la gente, intentó aprovecharlo para sus negocios. Colocó un puesto e intentó vender a los viajeros chocolate ya viejo y sin sabor, pero, desafortunadamente para él, no tuvo mucho éxito. Furioso, decidió entonces vengarse. Unos meses antes, había robado a un viejo mago moribundo y, entre pociones, hechizos y objetos mágicos, se había encontrado con los sacos del olvido. Bastaba con abrirlos en la cara de alguien para confundirle las ideas sobre el paso del tiempo.