A la salida de las cuevas, ves una tenue luz que entra desde la superficie. Subiendo con cuidado, agotado por muchas batallas y llevando más tesoros de los que creías posibles, emerges a la luz del sol. El aire fresco y seco de la montaña saluda tu piel mientras observas el bosque montañoso que te rodea. Los abedules blancos llenan la superficie de la tierra, su áspera corteza blanca y negra refleja la luz del sol de la tarde, y se comienza el descenso hacia el valle de abajo. La fragancia intensa y viva del abedul blanco y el pino hacen que sea una vela excelente para cualquier campaña forestal, en invierno o durante todo el año. Esta vela está impregnada de aceites esenciales naturales, como aguja de abeto, cedro, eucalipto, pachulí y hoja de cedro.