Johann Maria Farina (1685-1766) llegó a Colonia desde Italia y nombró a su insuperable fragancia Eau de Cologne en honor a su nueva ciudad natal. Trajo de Italia el arte de destilar alcohol puro del vino. Como resultado, se cumplió el requisito previo para crear agua perfumada de alta calidad. A todos les encantó la nueva fragancia del perfumista, y entre sus nobles clientes se encontraban la emperatriz Elisabeth, el elector de Colonia Clemens August y Goethe. Como no existía una ley de protección de marcas en la época del rococó, toda una clase de fragancias ahora se llama Eau de Cologne. La fragancia es un ramo de las mejores esencias que te rodea sutilmente.