Hay muchos sentimientos en torno a la muerte de la reina Isabel. Agradezco la opinión de Maya Jasanoff (@jasanoff) en el New York Times (@nytimes). Escribe: «La reina encarnó un compromiso profundo y sincero con sus funciones —su último acto público fue el nombramiento de su decimoquinto primer ministro— y por su incansable desempeño de las mismas, se lamentará con razón. Ha sido un elemento de estabilidad, y su muerte en tiempos ya turbulentos provocará oleadas de tristeza en todo el mundo. Pero no debemos idealizar su época. Para la reina también era una imagen: el rostro de una nación que, durante el transcurso de su reinado, presenció la disolución de casi todo el Imperio Británico en unos 50 estados independientes y redujo significativamente la influencia global.