Como forma de arte y lenguaje universal, la fotografía tiene una capacidad extraordinaria para conectar y comunicarse con los demás. Pero con más de un billón de fotos tomadas cada año, ¿por qué tan pocas de ellas realmente conectan? ¿Por qué tan pocas capturan nuestras emociones o nuestra imaginación? No es porque las imágenes carezcan de enfoque o exposición adecuada; con los avances en tecnología, la cámara hace eso muy bien hoy en día. El fotógrafo David duChemin cree que la mayoría de nuestras imágenes no cumplen porque carecen de alma. Y sin alma, las imágenes no tienen la capacidad de resonar con los demás. Simplemente no pueden conectar con el espectador, o incluso—siendo sinceros—con nosotros mismos.