En el salón de un palacio parisino, el tiempo hace una pausa en busca de una buena razón para continuar. El agua se agita bajo un fuego de llamas vivas, la tetera espera pacientemente. En la mesa, las tazas y los platillos organizan este ritual diario al que nunca le faltaría una magdalena. Como la magdalena de Proust, su ternura, su olor evocan recuerdos. Hay en estos dulces momentos de nostalgia una carga emocional fuerte. La sensación de que nada puede desaparecer del todo. NOTAS: Bergamota, Heliotropo, Almendra amarga, Almizcle blanco.