Los últimos mamuts murieron en 1650 a. C., más de 1000 años después de que se construyeran las pirámides de Giza. Pero estos gigantes lanudos y salvajes capturaron la imaginación humana desde entonces, tanto con su memoria como con sus restos. Varias culturas interpretaron sus huesos de manera diferente. Los antiguos griegos los veían como los restos de titanes. Los antiguos chinos los interpretaban como dientes de dragón. Finalmente, en el siglo XVII, el método científico surgió junto con el conocimiento de los fósiles. Se necesitó un colorido elenco de personajes para volver a evaluar estos restos y crear la idea de unos paquidermos de la tundra olvidados y difusos, incluidos Benjamin Franklin, Pedro el Grande y un pirata. Sus innovaciones, por cierto, inventaron la paleontología. (Este libro puede contener una marca de rotulador en el borde superior o inferior y puede mostrar leves signos de desgaste en los estantes).