En la época de la dinastía Qing, al pie de las montañas Anxi (provincia de Fujian), vivía un campesino muy pobre. De camino a los campos, siempre se detenía a rezar en un templo en ruinas, dedicado a Guan Yin (la diosa de la compasión y la misericordia, a la que se invocaba en las situaciones más miserables). Un día, le prometió a la estatua que si su situación mejoraba, renovaría su templo. Poco después, la diosa se le apareció y le mostró un pequeño arbusto en una cueva. Era una planta de té. Replantado, comenzó a producir un té de gran sutileza. El campesino restauró el templo y regaló la planta de té a sus vecinos. Tie Guan Yin se extendió por todo el valle de Anxi y lo hizo rico. Ahora se considera uno de los mejores tés de China, que también está bien dotado de antioxidantes y facilita la digestión.