«¿Es esto todo lo que hay en la vida?» pensó el burro, que trabajaba como atracción turística en el «Parque de aventuras de animales», después de que su jefe lo echara de la casa. Y como la gente le decía una y otra vez que su voz sonaba encantadora, decidió hacer carrera como músico e ir a Bremen. En el camino, se encontró con un perro, cuyo destino era pasar el resto de su vida en el asilo de animales, porque su antiguo amo había muerto. El perro era un gran tamborilero, así que el burro le pidió que lo acompañara. En el camino se encontraron con un gallo y un gato, que también vivían en una situación desesperada. Como ellos también eran buenos músicos, era lógico que completaran la banda. Y lo que nadie creía se hizo realidad. Después de muchas aventuras, por fin estaban en el escenario. ¿Dónde? En Bremen, por supuesto.