John Thoreau entró en el negocio de los lápices en 1823, después de que su cuñado descubriera una veta de plumbago, o grafito, en New Hampshire. Thoreau & Co. rápidamente ganó reconocimiento por sus lápices de alta calidad. Para 1829, su fabricación de lápices se trasladó a Concord, MA. El hijo de John, Henry David Thoreau, se involucró en el negocio y comenzó a investigar los problemas de fabricación que habían hecho que los lápices estadounidenses fueran notoriamente inferiores a las importaciones europeas. Después de investigarlo en la Biblioteca de Harvard en 1840, se le ocurrió la idea de usar arcilla, redescubriendo lo que los franceses habían descubierto 45 años antes, para hacer la mezcla perfecta de grafito. La fórmula de Henry para las minas de lápiz cocidas en horno, una mezcla de grafito finamente molido y arcilla, podía clasificarse de manera confiable de duro a blando. John Thoreau & Co. fue el primer fabricante estadounidense de lápices en comercializar lápices utilizando un estándar de dureza, clasificado del 1 al 4. El producto mejorado de Thoreau atrajo especialmente a ingenieros, topógrafos, carpinteros y artistas que valoraban su consistencia. En 1844, Henry hizo otro avance, inventando una máquina de molienda que producía un polvo de grafito excepcionalmente fino, la clave para una punta fuerte y uniforme. Los lápices Thoreau ganaron más premios en 1847 y 1849. Nadie en los Estados Unidos hacía mejores lápices que los Thoreau, y la razón de su éxito fue Henry. Alrededor de 1849, John Thoreau cambió el nombre del negocio familiar de J. Thoreau & Co. a J. Thoreau & Son.