Oporto tiene el aspecto de una ciudad que ha tenido sus altibajos, pero su belleza brilla a través de edificios revestidos de azulejos, frentes de tiendas inalterados de décadas pasadas y las sinuosas calles que caen hasta el resplandeciente río Duoro. Pero más que una decadencia elegante, también es una ciudad en ascenso, hogar de nuevos y jóvenes negocios que ofrecen una alternativa fresca a las tiendas, restaurantes y bares tradicionales de gestión familiar. Con parques, paseos y playa también, no es de extrañar que todo el mundo ame Oporto.