A veces, las gemas raras que buscamos están ocultas justo frente a nuestros ojos. Esta fue la epifanía que tuve cuando descubrí por primera vez los cafés de El Salvador: un tesoro de origen y mi elección principal para obtener cafés en Centroamérica. Al principio de tener mi propio negocio, cuando muchos compradores de café verde tenían sus miras puestas en Guatemala, Costa Rica o Nicaragua, El Salvador me atrajo. Es algo así como un refugio para las variedades de café patrimoniales, muchas de las cuales habían sido desarraigadas en otros lugares. Cuando el auge del café de la década de 1980 llevó a otros orígenes centroamericanos hacia nuevas variedades de café, el lento crecimiento de la industria cafetera de El Salvador permitió que las variedades más antiguas se mantuvieran por más tiempo. Ahora, tipos apreciados como Bourbon, Pacas y Pacamara se encuentran casi exclusivamente en El Salvador. Hoy en día, tengo una fuerte amistad y relación comercial con la Familia Ariz, cuyas 3 fincas y pequeño micro molino están infundiendo innovaciones emocionantes en la producción de café de especialidad salvadoreño. El equipo de padre e hijo, Ricardo y Marco, también obtienen una pequeña cantidad de cerezas de otros familiares y amigos, haciendo de los cafés Ariz un verdadero asunto comunitario.