Una historia que comenzó hace medio millón de años y que actualmente se desarrolla a una altura de más de 3.300 metros sobre el nivel del mar, con vistas a un paisaje que cambia con cada erupción. Bienvenido al Etna, un continente habitado por un millón de personas, soñado y visitado por turistas y estudiosos. Una entidad multiforme que es a la vez un volcán y una montaña, una ninfa, un dios, masculino y femenino, o quizás ni lo uno ni lo otro. Parafraseando a Sciascia podríamos escribir: a cada uno su Etna. Una verdad que también se aplica a este diario de viaje en el que, entre un granizado y una copa de vino, los autores revelan los paseos, las grutas, las impresionantes vistas y las extensiones de un mar de lava que han iluminado las películas de Pasolini e inspirado la música de Battiato.